Fuentes diplomáticas y de defensa informaron que el gobierno de Israel está considerando no llevar a cabo ataques contra infraestructuras petroleras iraníes, a pesar de la creciente tensión en Oriente Medio. La decisión refleja un cambio táctico dentro del gabinete de seguridad, que busca evitar una escalada regional con consecuencias económicas y energéticas globales. En lugar de una ofensiva directa, Israel estaría optando por intensificar las operaciones de inteligencia y ciberseguridad para contener la influencia iraní en la región.
Fecha:Thursday 23 Oct de 2025
Gestor:INSTITUTO ISIEN
El anuncio se produce en medio de un escenario geopolítico volátil. Tras varios meses de tensiones entre Irán e Israel —marcados por ataques con drones, sabotajes en instalaciones nucleares y declaraciones cruzadas—, el gobierno del primer ministro Benjamin Netanyahu ha decidido adoptar una estrategia más prudente.
El gabinete de seguridad israelí, en coordinación con sus aliados occidentales, habría concluido que atacar las plantas petroleras iraníes podría provocar una respuesta militar directa de Teherán, desatar un repunte en los precios del petróleo y comprometer la estabilidad de los mercados internacionales.
“Israel no busca un conflicto abierto que ponga en riesgo el equilibrio energético global”, afirmó una fuente del Ministerio de Defensa bajo condición de anonimato.
Los asesores israelíes reconocen que las refinerías y terminales de exportación de Irán son objetivos de alto valor estratégico, pero también extremadamente sensibles. Un ataque de este tipo podría interrumpir el flujo de crudo desde el Golfo Pérsico, elevar los precios del petróleo por encima de los 100 dólares por barril y afectar la seguridad energética de países aliados como Japón, Corea del Sur y los miembros de la Unión Europea.
Además, Estados Unidos habría expresado su preocupación por las consecuencias globales de un posible ataque israelí, instando a Tel Aviv a mantener la contención y priorizar la cooperación diplomática. Washington considera que una crisis energética derivada de un conflicto directo perjudicaría los esfuerzos por estabilizar los mercados internacionales y contener la inflación.
En lugar de ataques convencionales, Israel estaría reforzando sus operaciones de inteligencia y ciberdefensa, especialmente a través de la Unidad 8200, especializada en operaciones digitales de alto nivel.
Fuentes cercanas a los servicios de inteligencia israelíes confirmaron que el país ha incrementado sus actividades de ciberespionaje sobre instalaciones energéticas iraníes y redes de transporte de crudo.
Estas operaciones buscan debilitar la logística del sector petrolero iraní sin recurrir a la fuerza militar directa.
El objetivo de estas acciones encubiertas sería limitar la capacidad de exportación de Irán, reducir sus ingresos energéticos y obstaculizar el financiamiento de sus aliados regionales, como Hezbollah y las milicias proiraníes en Siria e Irak.
La decisión israelí también responde a la presión de las potencias occidentales. La Unión Europea y Estados Unidos han instado a Tel Aviv a actuar con moderación, temiendo que una escalada militar en el Golfo pueda afectar el suministro global de petróleo y agravar la crisis energética.
Por otro lado, los países árabes moderados, especialmente Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos, han transmitido a Israel su preocupación por la posibilidad de ataques que desestabilicen la región y afecten sus propios intereses económicos.
En paralelo, diplomáticos israelíes habrían iniciado conversaciones discretas con representantes de Catar y Omán, buscando fortalecer canales de comunicación indirectos con Teherán para reducir el riesgo de malentendidos militares.
Este cambio de postura representa un giro importante en la política de seguridad israelí. Mientras en años anteriores el país había adoptado una doctrina de ataques preventivos —como los realizados contra objetivos nucleares en Siria e Irán—, ahora busca combinar la disuasión tecnológica, la inteligencia avanzada y la diplomacia regional como principales herramientas estratégicas.
Los analistas sostienen que Israel entiende que un ataque a las instalaciones petroleras iraníes no solo sería una provocación militar, sino también una amenaza directa al equilibrio económico global.
“El petróleo es hoy un arma política tanto como militar. Israel parece haber comprendido que una guerra energética sería un error que podría volverse en su contra”, opinó el experto en seguridad Daniel Shapiro, exembajador de EE.UU. en Israel.
La decisión de Israel de evitar ataques directos a las instalaciones petroleras iraníes refleja una madurez estratégica orientada a preservar la estabilidad regional y evitar una crisis energética global.
Aunque las tensiones con Irán persisten, Tel Aviv apuesta ahora por una guerra más silenciosa —basada en la inteligencia, la ciberdefensa y la diplomacia— que le permita mantener su ventaja sin provocar un conflicto de dimensiones impredecibles.