China alcanzará su pico de demanda de petróleo en 2027, según la Agencia Internacional de Energía, marcando un punto de inflexión para el mayor importador mundial de crudo. Tras esa fecha, el consumo se desacelerará por la transición energética, la electrificación del transporte y el impulso de las renovables. A diferencia de otros países, el sector petroquímico será el principal motor de la demanda, con nuevas plantas destinadas a plásticos y fertilizantes. El cambio tendrá repercusiones globales, afectando precios, estrategias de la OPEP+ y la competencia por mercados en Asia y África. Para China, supondrá el reto de equilibrar seguridad energética con sostenibilidad, reduciendo dependencia del petróleo y acelerando la descarbonización. Analistas advierten que este hito transformará tanto el mercado interno chino como el mapa energético mundial.
Fecha:Wednesday 10 Sep de 2025
Gestor:INSTITUTO ISIEN
De acuerdo con un reciente informe de la Agencia Internacional de Energía (AIE) y estimaciones de firmas consultoras, China alcanzará su pico de demanda de petróleo en 2027, marcando un punto de inflexión para la segunda mayor economía del mundo y el mayor importador de crudo a nivel global. La proyección indica que, tras ese año, el crecimiento en el consumo comenzará a desacelerarse debido al avance de la transición energética, la electrificación del transporte y el impulso a las energías renovables.
Lo llamativo es que, a diferencia de otros países, el sector petroquímico será el principal motor de la demanda en los próximos años, mientras que el transporte por carretera y aéreo tenderán a moderar su consumo.
La electrificación del parque automotor chino, el mayor del mundo, reducirá progresivamente el uso de gasolina y diésel, mientras que las políticas estatales de neutralidad de carbono fijadas para 2060 acelerarán este cambio. Sin embargo, la expansión de la industria petroquímica, destinada a la producción de plásticos, fertilizantes y otros derivados, seguirá requiriendo volúmenes significativos de petróleo.
En particular, la construcción de nuevas plantas de etileno y derivados en las provincias costeras será clave para sostener la demanda hasta mediados de la década.
El pico de demanda en China tendrá implicaciones inmediatas en los mercados internacionales. Con el gigante asiático representando más del 15 % del consumo mundial de crudo, un eventual estancamiento afectará los precios, la planificación de la OPEP+ y las estrategias de inversión de países productores como Arabia Saudita, Rusia y Estados Unidos.
Al mismo tiempo, podría acelerar la competencia por mercados alternativos en India, el sudeste asiático y África, regiones que aún muestran un fuerte crecimiento energético.
Para China, el escenario de 2027 representa un doble desafío: garantizar la seguridad energética en el corto plazo y al mismo tiempo avanzar hacia un modelo más sostenible. La reducción en la dependencia del petróleo podría favorecer la balanza comercial y disminuir la vulnerabilidad frente a la volatilidad del mercado internacional.
Desde la perspectiva ambiental, el pico en la demanda será una oportunidad para acelerar la descarbonización, aunque persiste la preocupación por el aumento en el uso de petroquímicos y sus efectos en la contaminación plástica.
Un analista energético en Pekín comentó: “El sector petroquímico será el último bastión de la demanda de petróleo en China. Pero incluso allí, la presión por alternativas sostenibles crecerá hacia finales de la década”.
Por su parte, organismos internacionales han destacado que el pico de consumo chino debe verse como un síntoma del cambio global en el modelo energético, donde la eficiencia, la electrificación y las renovables ocupan un papel cada vez más relevante.
El hecho de que China alcance su pico de demanda petrolera en 2027 marca un hito en la historia energética mundial. Aunque el sector petroquímico prolongará la necesidad de crudo, la tendencia general apunta hacia una reducción estructural en el consumo.
Este giro no solo transformará el mercado interno chino, sino que también reconfigurará el mapa global del petróleo, obligando a productores, inversionistas y gobiernos a adaptarse a una nueva era de menor dependencia del crudo.