China ha consolidado su liderazgo en la industria petrolera mundial, con una producción nacional que superó los 400 millones de toneladas en 2024. Su consumo representa el 16,1% del total global, siendo el segundo mayor consumidor del planeta. La producción de petróleo de esquisto creció más del 30% interanual, y el gas natural alcanzó los 246.400 millones de metros cúbicos. Empresas como CNPC y Sinopec lideran la expansión, incluyendo inversiones en tecnologías CCUS. China también invierte en países como Venezuela, donde planea aumentar la producción a 60.000 barriles diarios para 2026. A pesar de avanzar hacia energías limpias, el petróleo sigue siendo clave en su matriz energética.
Fecha:Friday 26 Sep de 2025
Gestor:INSTITUTO ISIEN
El Ascenso de China en la Industria Petrolera Global: Producción, Consumo y Geopolítica
Durante la última década, China ha consolidado su posición como uno de los actores más influyentes en la industria petrolera mundial. Su crecimiento sostenido en producción, su papel como segundo mayor consumidor global y sus inversiones estratégicas en el extranjero revelan una política energética ambiciosa que busca garantizar seguridad energética, diversificación de fuentes y liderazgo tecnológico.
China ha registrado un crecimiento sostenido en su producción de petróleo y gas durante los últimos ocho años consecutivos. En 2024, la producción total superó los 400 millones de toneladas, un hito histórico para el país.
Petróleo crudo: 213 millones de toneladas, con un incremento de 24 millones respecto a 2018.
Gas natural: 246.400 millones de metros cúbicos, con un aumento anual de más de 13.000 millones de metros cúbicos.
Petróleo no convencional: El petróleo de esquisto creció más del 30% interanual, superando los 6 millones de toneladas.
Los campos terrestres como Changqing, Ordos y Xinjiang han sido clave, mientras que la producción offshore superó los 85 millones de toneladas equivalentes. Empresas estatales como CNPC, Sinopec y CNOOC lideran esta expansión, con inversiones en tecnologías de captura y almacenamiento de carbono (CCUS) para mejorar la sostenibilidad.
China ocupa el segundo lugar en el ranking de consumo mundial de petróleo, con una participación del 16,1% del total global. Aunque su consumo per cápita es menor que el de Estados Unidos, su demanda absoluta es enorme, impulsada por:
La industrialización acelerada.
El crecimiento del parque automotor.
La expansión de la petroquímica y la manufactura.
A pesar del auge de las energías renovables, el petróleo sigue siendo esencial en la matriz energética china, especialmente en sectores como el transporte y la industria pesada.
China no solo produce y consume petróleo, también invierte agresivamente en el extranjero. Un ejemplo reciente es la empresa China Concord Industries Ltd., que planea aumentar su producción en Venezuela de 16.000 a 60.000 barriles diarios para 2026. Parte de esta producción será exportada directamente a China, fortaleciendo sus acuerdos bilaterales y asegurando suministro externo.
Estas inversiones reflejan una estrategia de diversificación geográfica que incluye África, Medio Oriente, América Latina y Asia Central, donde China busca acceso a reservas, infraestructura y mercados.
China lidera mundialmente en capacidad de refinación y producción de etileno, con crecimiento sostenido durante cinco años consecutivos. Además, ha iniciado una transición energética ordenada:
Aumento de la electrificación.
Crecimiento de vehículos de nueva energía (NEV).
Expansión del comercio de carbono.
Este enfoque dual —fortalecer el petróleo mientras avanza hacia energías limpias— posiciona a China como un modelo híbrido de desarrollo energético.
Aunque se espera que el consumo mundial de petróleo se estabilice en 2024, China continuará siendo un motor clave del mercado. Sin embargo, enfrenta desafíos como:
Volatilidad de precios internacionales.
Presión ambiental y regulatoria.
Necesidad de modernizar infraestructura de exportación.
El crecimiento de China en la industria petrolera no es solo una cuestión de volumen, sino de estrategia. Con una combinación de producción nacional robusta, consumo masivo, inversiones globales y transición energética, China se posiciona como un pilar del sistema energético del siglo XXI.