China, líder mundial en capacidad instalada de energías renovables, enfrenta un nuevo reto: su utilización efectiva no avanza al mismo ritmo. Aunque el país ha superado los 1.500 GW de capacidad en fuentes limpias, los datos muestran que una parte significativa de esta energía no se aprovecha, especialmente en regiones con poca infraestructura de transmisión como Xinjiang o Gansu. El “curtailment” energético ha alcanzado niveles de hasta 15 %, evidenciando una desconexión entre generación y demanda. Para solucionar este problema, China ha lanzado inversiones millonarias en redes inteligentes, almacenamiento y reformas del mercado energético. Aun así, este desfase podría comprometer sus ambiciosos compromisos climáticos si no se resuelve con rapidez y eficiencia.
Fecha:Thursday 07 Aug de 2025
Gestor:INSTITUTO ISIEN
China, líder mundial en instalación de energías renovables, enfrenta un nuevo reto que podría ralentizar su ambicioso plan de transición energética. A pesar de haber superado los 1.500 gigavatios (GW) de capacidad instalada en energías limpias —incluyendo solar, eólica, hidroeléctrica y biomasa—, los datos más recientes del Consejo Nacional de Energía de China (NEA) y del operador estatal State Grid Corporation revelan una creciente brecha entre la capacidad instalada y la utilización efectiva de esa energía renovable.
Durante el primer semestre de 2025, China añadió más de 150 GW de nueva capacidad solar y eólica, principalmente en regiones como Mongolia Interior, Xinjiang, Qinghai y Gansu. Sin embargo, estas mismas zonas presentan serios desafíos para evacuar la energía generada, debido a la escasa infraestructura de transmisión y la falta de sincronización con la demanda en los centros urbanos del este y sur del país.
Los datos oficiales muestran que el factor de utilización (una medida de cuánto se usa realmente la capacidad instalada) ha disminuido. Por ejemplo, en provincias como Gansu y Xinjiang, se reportaron tasas de curtailment (desperdicio de energía generada pero no utilizada) de hasta un 15 % en proyectos eólicos y solares, lo que representa millones de kilovatios-hora de energía limpia desaprovechada.
El retraso en la utilización efectiva se debe a una combinación de factores estructurales:
A pesar de este cuello de botella, el gobierno chino no ha frenado sus objetivos. Al contrario, ha anunciado nuevas medidas para enfrentar el desfase entre capacidad y utilización:
El retraso en la utilización de renovables plantea un dilema: mientras China consolida su rol como principal productor e instalador de tecnología limpia, también mantiene una alta dependencia del carbón como fuente de respaldo, lo cual genera contradicciones en su narrativa de liderazgo climático.
Durante 2024, a pesar del auge renovable, el consumo de carbón aumentó un 2,6 %, especialmente para cubrir picos de demanda durante olas de calor y sequías que afectaron la generación hidroeléctrica. Esto ha provocado críticas de organismos internacionales como la Agencia Internacional de Energía (IEA), que han llamado a “acelerar la coherencia entre planificación de capacidad y operatividad efectiva”.
Desde el punto de vista económico, la subutilización de renovables representa una pérdida potencial de ingresos para las provincias con mayor inversión, así como una menor rentabilidad para los desarrolladores privados que, en muchos casos, enfrentan límites de generación impuestos por el operador nacional.
China ha prometido alcanzar su pico de emisiones de carbono antes de 2030 y lograr la neutralidad en carbono para 2060. Sin embargo, lograrlo dependerá no solo de instalar más capacidad renovable, sino de hacerla verdaderamente útil, eficiente e integrada.
La clave, según analistas, será la digitalización del sistema energético, la descentralización de la generación, el desarrollo de mercados regionales y la incorporación de incentivos financieros que premien la flexibilidad y la integración tecnológica.
Mientras tanto, los ojos del mundo siguen sobre China. Su capacidad para resolver estos desafíos será determinante no solo para su propio futuro energético, sino también para el cumplimiento de los compromisos climáticos globales.
Conclusión:
El aumento de capacidad renovable en China es impresionante, pero la efectividad de su aprovechamiento se convierte en el nuevo desafío estructural. Superar esta brecha requerirá inversiones multimillonarias, reformas regulatorias y soluciones tecnológicas integradas. El éxito o fracaso en esta misión podría redefinir la transición energética global en las próximas décadas.