El Departamento de Energía de Estados Unidos (DOE, por sus siglas en inglés) anunció este jueves la cancelación de 321 adjudicaciones de financiamiento, que sumaban un total de USD 7.560 millones, destinadas a impulsar 223 proyectos energéticos en diversas áreas.
La medida, que sacudió al sector, responde a una revisión interna de la cartera de inversiones y a la decisión de priorizar únicamente aquellos programas considerados capaces de ofrecer “retornos suficientes para los contribuyentes”.
Fecha:Thursday 02 Oct de 2025
Gestor:INSTITUTO ISIEN
Entre los principales afectados se encuentran los hubs de hidrógeno limpio, iniciativas que en los últimos años habían recibido un fuerte impulso como parte de la estrategia de descarbonización del país. Varios estados habían apostado por convertirse en polos de innovación y producción de hidrógeno verde y azul, atrayendo inversión privada y académica.
La cancelación de estos fondos genera incertidumbre para los desarrolladores y autoridades locales, que contaban con el apoyo federal como elemento clave para cerrar las brechas financieras y tecnológicas en un mercado aún en etapa temprana.
Un giro en las prioridades de la administración
La decisión refleja un cambio de prioridades bajo la actual administración, que busca ajustar el gasto público en un contexto de crecientes presiones fiscales y volatilidad en los mercados energéticos globales.
Expertos señalan que la cancelación masiva de apoyos puede interpretarse como un mensaje político: Estados Unidos está dispuesto a redirigir sus recursos hacia proyectos con mayor viabilidad económica inmediata, aun cuando esto signifique ralentizar la transición hacia energías limpias.
El anuncio provocó reacciones encontradas:
Líderes de la industria renovable lamentaron la medida, argumentando que “sin apoyo federal, muchos proyectos corren el riesgo de quedarse en el papel” y que la transición energética requiere de inversión inicial para madurar tecnologías emergentes.
Analistas financieros respaldaron la decisión, señalando que varios proyectos presentaban riesgos elevados y poca certeza de rentabilidad, lo que podría haber derivado en sobrecostos para los contribuyentes.
Estados productores de petróleo y gas ven la medida como una oportunidad para fortalecer su posición, al reducirse los incentivos que estaban impulsando a competidores en renovables y nuevas tecnologías.
El anuncio llega en un momento clave: China y la Unión Europea continúan expandiendo sus programas de hidrógeno y transición energética con fuerte respaldo estatal. La cancelación en EE. UU. podría dejar al país en desventaja competitiva en sectores estratégicos a largo plazo.
Por otro lado, la medida puede interpretarse como una señal de que el país busca reforzar su liderazgo en petróleo, gas y tecnologías con rentabilidad más inmediata, especialmente en un contexto de precios internacionales inestables y tensiones geopolíticas en Medio Oriente y Europa del Este.
Aunque el DOE no descartó retomar parte de los programas en el futuro, la decisión actual marca un punto de inflexión en la política energética de Estados Unidos. El reto estará en equilibrar la seguridad energética y la competitividad económica, sin frenar el impulso hacia una economía baja en carbono.
Mientras tanto, los mercados energéticos, las comunidades locales y los desarrolladores tecnológicos estarán atentos a nuevas directrices federales, que definirán si esta medida es un ajuste temporal o un cambio estructural en la estrategia energética del país.