Durante décadas, Medio Oriente ha sido sinónimo de petróleo y gas, concentrando más del 48% de las reservas probadas de crudo y cerca del 40% del gas natural del planeta. Sin embargo, desde 2018 y especialmente después de la pandemia, la región ha acelerado un giro histórico: convertirse en uno de los polos más dinámicos en inversión en energías renovables a nivel global.
Hoy, países como Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Qatar y Omán lideran proyectos multimillonarios en solar, eólica, hidrógeno verde, almacenamiento y redes inteligentes, en una apuesta estratégica para diversificar sus economías y mantener su liderazgo energético más allá de la era de los combustibles fósiles.
A diferencia de otras regiones donde la transición energética es impulsada por presiones ambientales, en Medio Oriente los motores principales son económicos, estratégicos y geopolíticos:
Los países buscan reducir su dependencia fiscal del crudo.
Programas como Saudi Vision 2030 y UAE Net Zero 2050 incluyen metas renovables obligatorias.
De las regiones con mayor radiación solar del mundo.
Costos solares han alcanzado récords globales (subastas por debajo de 1.5 centavos/kWh).
Países buscan posicionarse como exportadores de energía limpia hacia Europa y Asia.
Las renovables liberan petróleo y gas para exportación, aumentando ingresos.
NEOM y la planta de hidrógeno verde más grande del mundo
Inversión: USD 8.4 mil millones.
Capacidad: 4 GW de solar y eólica para producir hidrógeno y amoníaco verde.
Programa nacional solar
Meta: 58.7 GW de renovables para 2030.
Avances: más de 10 GW ya contratados
Emiratos Árabes Unidos (EAU)
Parque Solar Mohammed bin Rashid Al Maktoum (Dubai)
Capacidad proyectada: 5 GW.
Una de las instalaciones solares más grandes del mundo.
Masdar: el gigante renovable regional
Presente en más de 40 países.
Inversiones estratégicas combinadas superiores a USD 30 mil millones.
Hidrógeno verde
Plan de 10 hubs de producción para exportación a Europa y Japón.
Ampliación solar para apoyar la infraestructura del gigante LNG.
Primera fase: 800 MW solares, con planes de duplicar capacidad en 2027.
Especializado en mega proyectos de hidrógeno verde.
Proyecto Hyport Duqm: inversión de USD 30 mil millones, uno de los mayores del mundo.
Ventaja: vientos constantes y disponibilidad de grandes extensiones desérticas.
Modelo regional en energía solar distribuida.
Genera más del 25% de su electricidad desde renovables.
Avanza en exportar electricidad limpia hacia Irak.
Medio Oriente está posicionándose como líder en producción y exportación de hidrógeno verde, gracias a:
Altísima irradiación solar
Terrenos disponibles
Agua desalinizada
Costos récord en energía renovable
Cercanía a mercados europeos y asiáticos
Arabia Saudita, Omán y EAU encabezan 18 proyectos de escala mundial.
Para 2035, la región podría exportar 10–20 millones de toneladas de hidrógeno verde al año.
El financiamiento proviene de una combinación de:
Fondos soberanos (PIF, Mubadala, ADQ, QIA)
Bancos multilaterales (Banco Mundial, IFC)
Alianzas público–privadas
Inversores privados asiáticos y europeos
La región ha atraído más de USD 60 mil millones en inversiones renovables entre 2020 y 2025.
Aún más del 60% de los ingresos fiscales provienen del crudo.
La integración de grandes parques solares y eólicos exige sistemas inteligentes y almacenamiento a gran escala.
La producción de hidrógeno requiere agua desalinizada, aumentando costos.
Conflictos regionales pueden retrasar proyectos clave.
Si mantiene el ritmo actual de inversión, Medio Oriente podría:
Alcanzar 120–150 GW de capacidad renovable instalada para 2035.
Convertirse en el mayor exportador global de hidrógeno verde.
Generar nuevas economías industriales basadas en energías limpias.
Reducir significativamente la quema de petróleo para electricidad.
Consolidarse como hub energético mixto: fósil + renovable + hidrógeno.
Conclusión
Medio Oriente está frente a una transformación histórica: pasar de ser el epicentro del petróleo a convertirse en uno de los principales polos globales de energías renovables y combustibles limpios.
El ritmo de inversiones, la magnitud de los proyectos y la visión estratégica de largo plazo indican que la región no solo se adapta a la transición energética global, sino que aspira a liderarla.