El gobierno japonés anunció que no impondrá una prohibición inmediata a las importaciones de energía procedentes de Rusia, a pesar de la creciente presión de Estados Unidos para endurecer las sanciones contra Moscú. Tokio argumentó que una interrupción súbita pondría en riesgo la seguridad energética nacional y afectaría a la economía del país.
Fecha:Monday 03 Nov de 2025
Gestor:INSTITUTO ISIEN
Durante una conferencia de prensa en Tokio, el primer ministro Fumio Kishida explicó que Japón mantiene un delicado equilibrio entre apoyar las sanciones occidentales contra Rusia y garantizar el suministro estable de energía que requiere su economía.
“Japón depende significativamente del gas natural licuado (GNL) importado y cualquier decisión precipitada podría generar un impacto grave en el sistema energético y en los hogares japoneses”, afirmó Kishida.
El gobierno confirmó que continuará revisando gradualmente sus contratos de importación, pero no contempla una suspensión inmediata de las compras de gas o petróleo ruso.
Japón importa más del 90 % de la energía que consume, por lo que su seguridad energética depende de una planificación meticulosa. Aunque la proporción de petróleo ruso en su matriz es relativamente baja (alrededor del 4 %), el gas natural licuado proveniente de proyectos como Sajalín-2 representa un componente clave para el suministro eléctrico del país.
El Ministerio de Economía, Comercio e Industria (METI) subrayó que una medida drástica podría afectar no solo a las empresas de generación eléctrica, sino también al sector industrial y al consumo residencial. En ese sentido, Japón planea fortalecer su cooperación con Australia, Catar y Estados Unidos para diversificar sus fuentes energéticas, pero reconoce que la transición requerirá tiempo.
Desde Washington, un portavoz del Departamento de Estado expresó su “decepción” ante la postura japonesa, reiterando que la presión económica sobre Moscú es esencial para limitar su capacidad de financiar el conflicto en Ucrania. Sin embargo, analistas consideran que la posición de Tokio es pragmática, dado que el país ya enfrenta una inflación energética derivada de la debilidad del yen y del aumento global en los precios del GNL.
Por su parte, Rusia celebró la decisión, destacando que “Japón ha actuado de acuerdo con sus intereses nacionales y con una visión realista del mercado energético mundial”.
La postura de Japón pone de relieve el dilema de muchas naciones dependientes de la importación de energía: equilibrar los compromisos diplomáticos con la estabilidad interna.
Expertos del Instituto Japonés de Energía proyectan que el país reforzará su inversión en energías renovables y en tecnologías de hidrógeno verde para reducir su vulnerabilidad. No obstante, advierten que la independencia energética completa sigue siendo un objetivo de largo plazo.
La negativa de Japón a cortar de inmediato sus importaciones de energía rusa refleja una estrategia cautelosa frente a un entorno geopolítico incierto. Mientras Estados Unidos insiste en endurecer las sanciones, Tokio prioriza la seguridad de su suministro energético y la estabilidad de su economía, enviando un mensaje claro: la transición energética debe hacerse con prudencia y sin comprometer el bienestar de la población.