Japón busca reducir su dependencia del gas ruso, pero advierte que el proceso será lento y costoso

SUCESO IMPORTANTE EN EL SECTOR PETRÓLEO

El gobierno japonés ha confirmado su compromiso de disminuir progresivamente la dependencia del gas natural licuado (GNL) proveniente de Rusia, aunque reconoce que el proceso será complejo, costoso y no podrá ejecutarse de manera inmediata. El suministro procedente del proyecto Sakhalin-2, en el Lejano Oriente ruso, sigue siendo una pieza esencial para la seguridad energética de Japón, especialmente en un contexto de precios internacionales volátiles y tensiones geopolíticas crecientes.

Japón busca reducir su dependencia del gas ruso, pero advierte que el proceso será lento y costoso

Fecha:
Thursday 23 Oct de 2025

Gestor:
INSTITUTO ISIEN

Un equilibrio entre presión internacional y necesidad interna

Durante una conferencia de prensa celebrada en Tokio, el ministro de Economía, Comercio e Industria, Yoji Muto, declaró que Japón “actuará conforme a su interés nacional” en materia de energía, incluso mientras mantiene su compromiso con las sanciones internacionales contra Moscú.
Según Muto, “Japón está comprometido con reducir gradualmente su exposición al gas ruso, pero hacerlo de forma abrupta pondría en riesgo la estabilidad energética y económica del país”.

Esta postura llega en un momento en que Estados Unidos y sus aliados del G7 intensifican la presión para limitar el comercio energético con Rusia, como parte de las medidas destinadas a reducir los ingresos que financian su ofensiva militar en Ucrania. Sin embargo, Japón, a diferencia de otros socios occidentales, depende en gran medida del GNL ruso, que cubre aproximadamente el 9 % de su consumo nacional.

 

El papel estratégico de Sakhalin-2

El proyecto Sakhalin-2, situado en la costa oriental de Rusia, es operado en parte por la empresa estatal Gazprom y ha sido durante décadas una fuente clave de energía para Japón. A través de este proyecto, compañías japonesas como Mitsui & Co. y Mitsubishi Corporation mantienen una participación significativa, garantizando el suministro de gas a largo plazo a precios competitivos.

Tras la invasión rusa a Ucrania, Tokio enfrentó un dilema diplomático: abandonar o mantener su participación. Finalmente, el gobierno decidió conservarla, argumentando que se trataba de un recurso esencial para su seguridad energética y que retirarse significaría ceder el control a otros países, como China.

 

Un reto económico de gran magnitud

Sustituir el GNL ruso implica no solo buscar nuevos proveedores, sino también realizar inversiones millonarias en infraestructura de transporte, terminales de regasificación y contratos de largo plazo con otros países productores, como Estados Unidos, Catar y Australia.
Los expertos estiman que un reemplazo total podría costar más de 20.000 millones de dólares y tardar al menos entre cinco y siete años en completarse.

“Japón tiene un portafolio diversificado de fuentes de energía, pero no puede permitirse una ruptura repentina con Rusia sin afectar su suministro eléctrico, sobre todo durante los meses de invierno”, explicó el analista energético Taro Yamazaki, del Instituto Japonés de Estudios Energéticos.

 

Presión internacional y dilemas diplomáticos

La presión de Washington ha sido constante. El secretario del Tesoro estadounidense, Scott Bessent, declaró recientemente que espera que Japón deje de comprar energía rusa “tan pronto como sea posible”, y que cualquier dependencia prolongada “mina la efectividad de las sanciones occidentales”.

Tokio, por su parte, ha respondido con cautela. “Compartimos los valores democráticos con Estados Unidos y el G7, pero nuestras decisiones energéticas deben garantizar el bienestar del pueblo japonés”, subrayó el ministro Muto.

Fuentes diplomáticas indican que el gobierno japonés busca negociar una transición gradual, evitando sanciones secundarias sin poner en riesgo su seguridad energética.

 

El futuro de la política energética japonesa

La situación actual ha llevado a Japón a acelerar su apuesta por fuentes alternativas. El gobierno ha anunciado un plan para incrementar la energía nuclear y las renovables dentro de su matriz energética, con el objetivo de reducir la dependencia del GNL importado, tanto ruso como de otras regiones.
No obstante, los analistas advierten que, aunque la transición hacia una energía más limpia y diversificada avanza, la realidad económica obliga a Japón a mantener su cooperación limitada con Rusia a corto y mediano plazo.

 

Conclusión

Japón se encuentra en una posición delicada, atrapado entre su compromiso internacional con las sanciones contra Rusia y su necesidad imperiosa de garantizar el suministro energético nacional.
La reducción de la dependencia del gas ruso será un proceso inevitable, pero prolongado. Mientras tanto, Tokio busca mantener un equilibrio estratégico que le permita preservar su seguridad energética sin aislarse de sus aliados occidentales ni comprometer su estabilidad económica.

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Jeisson Peña



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