Rusia atraviesa una grave crisis energética que ha paralizado el funcionamiento cotidiano en varias regiones del país. La escasez de combustible, inicialmente localizada, se ha extendido rápidamente, afectando tanto a zonas urbanas como rurales. Regiones como Primorye, Siberia Oriental, las Islas Kuriles y Crimea enfrentan restricciones severas, incluyendo racionamiento, cierre de estaciones y distribución mediante cupones. Los ataques con drones a infraestructuras clave han agravado la situación, reduciendo la capacidad de refinación en más de un 30 %. El impacto económico se refleja en el alza de precios, la interrupción de cadenas de suministro y la paralización de sectores productivos. Mientras el gobierno despliega medidas de emergencia, la población exige respuestas ante un panorama cada vez más incierto.
Fecha:Monday 01 Sep de 2025
Gestor:INSTITUTO ISIEN
Rusia enfrenta una crisis energética de gran magnitud que ha paralizado el funcionamiento cotidiano en diversas regiones del país. La escasez de combustible, que comenzó como un fenómeno localizado, se ha extendido rápidamente, afectando tanto a zonas urbanas como rurales, y generando preocupación en la población, el sector productivo y las autoridades nacionales.
La falta de gasolina y diésel ha sido reportada en regiones como Primorye, Siberia Oriental, las Islas Kuriles, y la península de Crimea. En estas zonas, las estaciones de servicio han comenzado a limitar la venta de combustible, priorizando a vehículos oficiales, ambulancias y transporte público. En algunos casos, se han cerrado completamente por falta de suministro.
Las autoridades locales han implementado medidas de emergencia, como la distribución de cupones de combustible, restricciones por número de matrícula, y horarios limitados de operación. Sin embargo, estas acciones no han logrado contener el descontento social ni evitar el colapso de actividades esenciales.
Según fuentes del Ministerio de Defensa, la escasez se ha agravado por una serie de ataques con drones que han dañado gravemente infraestructuras clave del sistema energético ruso. Refinerías, depósitos de almacenamiento y oleoductos han sido blanco de ofensivas atribuidas a grupos armados vinculados al conflicto con Ucrania. Aunque el Kremlin ha evitado confirmar la autoría de los ataques, se ha declarado estado de alerta en varias instalaciones estratégicas.
Los daños han reducido la capacidad de refinación en más de un 30 %, según estimaciones del Instituto de Energía de Moscú, lo que ha generado un cuello de botella en la distribución nacional de combustibles.
Primorye: En esta región del extremo oriental, las estaciones de servicio solo atienden a vehículos oficiales. El transporte público opera con severas limitaciones, y se han suspendido rutas escolares y comerciales.
Islas Kuriles: El aislamiento geográfico ha agravado la situación. El precio del litro de gasolina ha superado los 170 rublos, y se han reportado enfrentamientos entre ciudadanos en las filas de espera.
Crimea: La distribución se realiza exclusivamente mediante cupones. Cada ciudadano tiene derecho a 10 litros semanales, lo que ha generado un mercado negro y denuncias de corrupción en la entrega de los vales.
Siberia Oriental: Las industrias mineras y forestales han reducido su actividad por falta de combustible para maquinaria pesada, lo que amenaza con pérdidas millonarias.
La escasez ha comenzado a afectar la cadena de suministro de alimentos, medicinas y productos básicos. En ciudades como Vladivostok y Yuzhno-Sajalinsk, los supermercados reportan retrasos en la llegada de mercancías, y los precios han comenzado a subir.
El sector agrícola también se ve comprometido, especialmente en plena temporada de cosecha. Los agricultores denuncian que no pueden operar tractores ni transportar productos, lo que podría derivar en una crisis alimentaria regional.
En el plano social, se han registrado protestas en al menos cinco regiones. Los ciudadanos exigen soluciones inmediatas y transparencia en la gestión de la crisis. Las redes sociales se han convertido en un canal de denuncia, donde se comparten imágenes de estaciones cerradas, filas interminables y precios abusivos.
El presidente Vladímir Putin ha convocado una reunión de emergencia con el gabinete energético y militar. Se ha ordenado el despliegue de convoyes militares para proteger las instalaciones petroleras y garantizar el transporte de combustible a las zonas más afectadas.
El Ministerio de Energía anunció que se están redirigiendo recursos desde regiones menos afectadas y que se ha iniciado la reparación de las refinerías dañadas. No obstante, los expertos advierten que la normalización del suministro podría tardar semanas o incluso meses.
La escasez de combustible en Rusia no solo representa un desafío logístico, sino también un reflejo de las vulnerabilidades internas en medio de un conflicto prolongado. Mientras el gobierno intenta contener la crisis, millones de ciudadanos enfrentan un panorama incierto, marcado por la frustración, el desabastecimiento y la urgencia de soluciones concretas.