Los precios del petróleo ruso han caído a sus niveles más bajos desde el inicio de la invasión a gran escala de Ucrania, reflejando el fuerte impacto combinado de las sanciones occidentales, el endurecimiento de las restricciones comerciales y la debilidad de los precios de referencia internacionales. Así lo informó Bloomberg este 16 de diciembre, citando datos de Argus Media, en un contexto de creciente presión sobre los ingresos energéticos de Moscú.
De acuerdo con Argus Media, los exportadores rusos están recibiendo poco más de US$40 por barril por cargamentos despachados desde los principales puertos del país, incluidos el Báltico, el Mar Negro y Kozmino, en el Lejano Oriente. Este nivel de precios representa una caída aproximada del 28 % en los últimos tres meses, evidenciando el aumento de los descuentos aplicados al crudo ruso para poder colocarlo en el mercado internacional.
La situación se agrava por la combinación de menores precios globales del Brent y del WTI, junto con un mayor escrutinio sobre la llamada “flota en la sombra” y los intermediarios utilizados por Rusia para sortear las sanciones. Como resultado, los compradores exigen rebajas más profundas para asumir riesgos logísticos, financieros y reputacionales.
Las sanciones impuestas por Estados Unidos, la Unión Europea y aliados continúan limitando el acceso de Rusia a servicios clave como seguros, financiamiento, transporte marítimo y sistemas de pago, elevando los costos de exportación. A esto se suma la aplicación y refuerzo del tope de precios, que, si bien no ha detenido completamente las exportaciones rusas, sí ha reducido sustancialmente los ingresos netos por barril.
En paralelo, la debilidad de la demanda global, influida por la desaceleración económica en algunas regiones y el aumento de la oferta de otros productores, ha presionado a la baja los precios de referencia, amplificando el efecto negativo sobre el crudo ruso, que ya se comercializa con descuento estructural.
La caída de los precios del crudo tiene implicaciones directas para las finanzas públicas de Rusia, dado que los hidrocarburos siguen siendo una fuente central de ingresos fiscales y de divisas. Analistas señalan que precios cercanos o inferiores a US$40 por barril reducen el margen fiscal, obligando al gobierno a ajustes presupuestarios, mayor endeudamiento interno o uso de fondos soberanos.
Además, el deterioro de los precios complica la planificación de inversiones en exploración, producción e infraestructura, en un entorno donde el acceso a tecnología y capital internacional permanece restringido.
Ante este escenario, Rusia ha intensificado la reorientación de sus exportaciones hacia Asia, especialmente a China e India, principales destinos del crudo ruso con descuentos. Sin embargo, incluso en estos mercados, la capacidad de negociación de los compradores ha aumentado, presionando a la baja los precios y limitando la recuperación de ingresos.
La competencia entre cargamentos rusos y otros crudos con precios más competitivos también ha crecido, lo que refuerza la tendencia a descuentos prolongados mientras persistan las sanciones y la debilidad del mercado global.
De cara a los próximos meses, los analistas anticipan que los precios del crudo ruso seguirán bajo presión, salvo que se produzca un repunte sostenido de los precios internacionales, una relajación de las sanciones o cambios significativos en la oferta global. Mientras tanto, el Kremlin enfrenta el desafío de mantener volúmenes de exportación sin sacrificar aún más los ingresos, en un equilibrio cada vez más difícil.