La Unión Europea anunció oficialmente la reactivación de sanciones contra la República Islámica de Irán, tras confirmar que Teherán incumplió los compromisos establecidos en el acuerdo nuclear de 2015 (JCPOA, por sus siglas en inglés). Esta decisión supone un duro revés para la economía iraní, especialmente para su industria petrolera, fuente clave de ingresos y pilar de su política exterior.
Las sanciones incluyen el congelamiento de activos del Banco Central de Irán en territorio europeo, así como la prohibición de que empresas y países de la UE compren, transporten o financien operaciones relacionadas con crudo iraní. También se reactiva el veto a transferencias tecnológicas sensibles y a la exportación de materiales vinculados al programa nuclear.
Bruselas justificó la decisión alegando que Irán ha acelerado el enriquecimiento de uranio a niveles que superan lo pactado, además de limitar el acceso de inspectores internacionales. Para la UE, se trata de un incumplimiento “grave y sostenido” que amenaza la estabilidad en Medio Oriente y el régimen de no proliferación nuclear.
El petróleo es el corazón de la economía iraní: representa más del 60 % de sus exportaciones. En 2024, Irán llegó a colocar cerca de 1,5 millones de barriles diarios en el mercado, en gran parte gracias a ventas a China, su principal comprador. Con las nuevas restricciones, Europa cierra la puerta a cualquier posibilidad de reabrir canales comerciales, presionando a Teherán a depender casi exclusivamente del mercado asiático y de mecanismos alternativos de pago.
Analistas advierten que la medida podría reducir la capacidad de Irán para sostener inversiones en exploración y modernización de refinerías. También aumentaría el riesgo de un mercado paralelo de crudo con descuentos agresivos para mantener sus clientes.
Desde Teherán, el Ministerio de Relaciones Exteriores calificó la medida como “injusta y política”, asegurando que no frenará su derecho soberano al desarrollo nuclear. El ministro de Petróleo, Mohsen Paknejad, reiteró que las exportaciones hacia China continuarán sin interrupciones, incluso si se reactivan sanciones de la ONU bajo el mecanismo de “snapback”.
Por su parte, Estados Unidos respaldó la decisión europea y pidió a sus aliados “unidad” frente a lo que considera una escalada de Irán en el terreno nuclear y regional.
La reinstauración de sanciones llega en un momento crítico:
Los precios internacionales del crudo han mostrado volatilidad por los conflictos en Medio Oriente.
China, principal socio energético de Irán, busca reforzar su seguridad energética y podría aumentar su influencia sobre la economía iraní.
Europa, en cambio, refuerza su estrategia de diversificación y reducción de dependencia de productores considerados de alto riesgo.
La decisión de la UE no solo endurece el aislamiento económico de Irán, sino que también redibuja las rutas del petróleo global. Teherán queda más atado a Asia, mientras Bruselas busca enviar una señal clara: la seguridad nuclear y la estabilidad regional pesan más que el crudo barato.