Estados Unidos logra récord histórico en exportación de gas natural licuado durante noviembre

Estados Unidos alcanzó en noviembre un récord histórico en exportaciones de gas natural licuado (GNL), consolidándose como uno de los actores más influyentes en el suministro global de energía. Según datos publicados el 1 de diciembre de 2025, las terminales estadounidenses enviaron al extranjero el mayor volumen mensual registrado hasta la fecha, impulsadas por una combinación de altos niveles de producción, mayor eficiencia operativa y una creciente demanda internacional provocada por el clima frío y los altos consumos de calefacción.

Un hito impulsado por la producción y la demanda internacional

Las exportaciones récord reflejan la capacidad de Estados Unidos para aprovechar plenamente su infraestructura de licuefacción asentada principalmente en la Costa del Golfo.
Con instalaciones en Texas y Luisiana operando cerca de su máxima capacidad, y con nuevos módulos entrando en fase de prueba, el país logró responder a un mercado global que enfrenta:

• Inviernos más fríos en el hemisferio norte,

• Mayor consumo industrial y residencial de gas,

• Y la necesidad de abastecimiento seguro, especialmente en Europa y Asia.

El aumento también está vinculado a una mayor producción doméstica de gas shale, que continúa siendo uno de los pilares del crecimiento energético estadounidense.

La geopolítica empuja a EE. UU. al centro del mapa energético global

En un contexto donde muchos países buscan diversificar sus fuentes energéticas ante la volatilidad global, el GNL estadounidense ha ganado protagonismo.
El suministro estable, la robustez de su infraestructura y la capacidad de aumentar exportaciones de forma rápida han posicionado a EE. UU. como una alternativa atractiva frente a:

• El gas ruso, cada vez más restringido por sanciones e inseguridad logística.

• Proveedores vulnerables a tensiones geopolíticas o inestabilidad regional.

• Mercados en los que la capacidad de producción está limitada o saturada.

Para Europa cuyo suministro se vio comprometido desde 2022 el GNL estadounidense continúa siendo un pilar estratégico que refuerza la seguridad energética.

Infraestructura en expansión: nuevos proyectos impulsan el récord

El récord de noviembre también se explica por la reciente entrada en operación y ampliación de terminales como:

• Sabine Pass,

• Corpus Christi Stage 3,

• Calcasieu Pass,

• Y módulos adicionales en Freeport LNG.

Estos proyectos han incrementado la capacidad total del país, permitiendo una mayor flexibilidad para responder a los picos de demanda internacional.
Además, EE. UU. mantiene varios proyectos en desarrollo que podrían convertirlo, en los próximos años, en el mayor exportador mundial de GNL, consolidando su influencia en los mercados energéticos.

Impacto en precios y abastecimiento internacional

El incremento en exportaciones estadounidenses tiene efectos directos en el mercado global:

• Contiene parcialmente la volatilidad de precios en Europa y Asia, al garantizar un flujo estable de gas.

• Reduce la presión sobre los inventarios europeos, que enfrentan un invierno exigente.

• Aumenta la competencia en mercados saturados, empujando a otros exportadores a ajustar precios y contratos.

• Fortalece el papel de EE. UU. como actor regulador del mercado, capaz de compensar interrupciones de otros proveedores.

Sin embargo, algunos analistas advierten que la alta dependencia del GNL norteamericano también podría generar tensiones si ocurren interrupciones internas por clima extremo u otros factores logísticos.

Conclusión: un nuevo capítulo en la dominancia energética de EE. UU.

El récord alcanzado en noviembre de 2025 no es solo una cifra: es una señal clara de que Estados Unidos continúa afianzándose como potencia energética global.
Su capacidad de producción, su infraestructura en expansión y la confianza de los mercados internacionales han transformado al país en un proveedor esencial para garantizar la estabilidad energética mundial.

Con este logro, EE. UU. se posiciona para cerrar el año como uno de los actores con mayor impacto en la seguridad energética global, en un momento en que el mundo enfrenta desafíos estructurales de suministro, competencia geopolítica y transición energética.