Canadá irrumpe en Asia: Kitimat y la era del LNG hacia la superpotencia energética

SUCESO IMPORTANTE EN EL SECTOR PETRÓLEO

Canadá envió su primer cargamento comercial desde el terminal LNG Canada en Kitimat (BC) hacia Asia, con capacidad para exportar 14 Mtpa de gas natural licuado. Este proyecto de C$40 mil millones, liderado por Shell y socios asiáticos, consolida la estrategia del primer ministro Mark Carney para diversificar mercados y reforzar su liderazgo energético. Se trata del primer gran terminal de LNG fuera de EE.UU., lo que le da acceso directo a mercados de alto consumo con menores tiempos de tránsito. Aun así, enfrenta desafíos regulatorios, medioambientales e indígenas.

Canadá irrumpe en Asia: Kitimat y la era del LNG hacia la superpotencia energética

Fecha:
Monday 21 Jul de 2025

Gestor:
INSTITUTO ISIEN

La salida del primer buque cargado de gas natural licuado desde la costa pacífica canadiense representa un hito para el país. Este envío comercial, originado en el nuevo terminal LNG Canada en Kitimat, simboliza el inicio efectivo de una visión ambiciosa de convertir a Canadá en una superpotencia energética. El terminal, fruto de una inversión que supera los 40 000 millones de dólares canadienses, ha sido diseñado no solo para maximizar exportaciones sino también para elevar los estándares de sostenibilidad industrial.

Este complejo energético, que integra infraestructura de licuefacción, almacenamiento y embarque, fue impulsado por un consorcio internacional liderado por Shell junto a firmas asiáticas de Japón, Corea del Sur, Malasia y China. Su ubicación estratégica en la Columbia Británica lo convierte en una plataforma idónea para abastecer a los principales mercados de Asia-Pacífico, que demandan cada vez más combustibles de transición con menor huella de carbono. El gas natural canadiense ofrece una alternativa más limpia frente al carbón en países como China, Japón e India.

El respaldo gubernamental ha sido clave para que el proyecto viera la luz. Desde los primeros permisos hasta el compromiso con estándares ambientales rigurosos, el gobierno federal y las autoridades provinciales han trabajado en sincronía. El proyecto encaja perfectamente en la hoja de ruta energética del país, que apunta a equilibrar desarrollo económico con metas climáticas. Kitimat, más que una planta, se convierte ahora en un símbolo del nuevo rol energético que Canadá aspira a ejercer a nivel global.

 

Diversificación de mercados frente a tensiones globales

Una de las razones estratégicas que ha impulsado este megaproyecto ha sido la necesidad de diversificar los destinos del gas canadiense. Durante años, las exportaciones energéticas del país han estado centradas casi exclusivamente en Estados Unidos. Sin embargo, las turbulencias geopolíticas, los cambios de demanda y la necesidad de autonomía han llevado a Canadá a buscar una mayor presencia en Asia, el mayor consumidor energético del mundo.

La guerra en Ucrania y la crisis energética derivada han reconfigurado el mapa global de la energía. Mientras Europa busca alejarse del gas ruso, Asia ha incrementado su interés por proveedores estables y con una política energética predecible. En ese contexto, Canadá se presenta como un socio fiable, con grandes reservas, instituciones sólidas y compromiso ambiental. Esto ha sido especialmente valorado por países como Japón y Corea del Sur, que enfrentan retos de seguridad energética.

Los acuerdos comerciales a largo plazo ya están en marcha con varias compañías asiáticas, que aseguran la compra de gas durante las próximas décadas. Esta previsibilidad de ingresos no solo da confianza a los inversionistas, sino que también garantiza que el proyecto será económicamente viable a largo plazo. La diversificación de mercados, por tanto, no es solo una decisión geopolítica, sino también una estrategia empresarial inteligente ante un futuro energético incierto.

 

Transición energética sin abandonar el realismo

El nuevo rol exportador de Canadá en el GNL no contradice su compromiso con el cambio climático. Por el contrario, las autoridades y las empresas promotoras del proyecto han insistido en que el gas natural será un recurso clave durante la transición energética global. A diferencia del carbón, el gas emite menos dióxido de carbono y puede servir como respaldo confiable frente a la intermitencia de fuentes renovables como el sol o el viento.

Para reducir aún más su impacto, la planta LNG Canada ha incorporado tecnologías de última generación en eficiencia energética y control de emisiones. Se han implementado sistemas avanzados de captura de calor, compresores eléctricos y monitoreo continuo de emisiones fugitivas. Además, se ha priorizado el empleo de energías limpias durante las fases de procesamiento y transporte, lo que posiciona al terminal como uno de los más sostenibles del mundo.

Este equilibrio entre transición y realismo ha sido defendido incluso por sectores ambientalistas moderados que reconocen la necesidad de soluciones graduales. En lugar de una ruptura abrupta, Canadá propone una transformación ordenada, donde el gas natural sirva de puente hacia una economía totalmente descarbonizada. Este enfoque pragmático, lejos de ser contradictorio, se presenta como el único viable para evitar crisis energéticas mientras se avanza hacia metas de cero emisiones.

 

Un modelo de colaboración público‑privada multinacional

El éxito de LNG Canada es también el resultado de una colaboración ejemplar entre el sector público y grandes corporaciones privadas a nivel global. El liderazgo de Shell ha sido complementado por la participación de Petronas (Malasia), Mitsubishi (Japón), PetroChina y la coreana Kogas. Esta estructura multinacional ha permitido compartir riesgos, capital y conocimiento técnico en todas las etapas del proyecto.

Desde el inicio, las autoridades canadienses facilitaron el proceso regulatorio sin descuidar la sostenibilidad. A través de audiencias públicas, estudios de impacto y acuerdos con comunidades locales, el proyecto fue diseñado para minimizar conflictos sociales. La relación con las Primeras Naciones ha sido un aspecto especialmente cuidado, incluyendo acuerdos de participación en beneficios y en decisiones de uso del suelo. Este enfoque ha evitado bloqueos y ha fortalecido la legitimidad del emprendimiento.

La cooperación internacional en LNG Canada también refleja un modelo posible para futuros proyectos de infraestructura energética global. Lejos de competir, los países participantes han sumado esfuerzos en una cadena de valor compartida. Desde los yacimientos en Alberta hasta los consumidores en Asia, pasando por la costa del Pacífico canadiense, cada actor ha aportado según sus capacidades. El resultado no solo es una planta operativa, sino un paradigma de colaboración energética global.

 

Impacto económico y empleo en las regiones del oeste

El terminal LNG Canada no solo impulsa la política energética nacional, sino que también genera un impacto económico tangible en las comunidades locales. Durante su fase de construcción, el proyecto empleó a más de 7 500 trabajadores, con picos de actividad que transformaron la economía de Kitimat y alrededores. Ahora en operación, mantiene cientos de puestos técnicos, logísticos y administrativos, muchos de ellos ocupados por residentes locales.

Además de los empleos directos, el desarrollo del proyecto ha estimulado la creación de empresas auxiliares en sectores como transporte, mantenimiento industrial, tecnologías ambientales y servicios portuarios. Se han desarrollado centros de capacitación técnica para formar a los trabajadores en habilidades específicas, mejorando la empleabilidad regional a largo plazo. Esta dinamización económica ha sido celebrada incluso por críticos que inicialmente dudaban del impacto real en la zona.

Los beneficios no se quedan en Kitimat. La red de gasoductos que alimenta al terminal atraviesa vastas zonas del oeste canadiense, generando oportunidades de desarrollo en comunidades que durante décadas han tenido pocas alternativas industriales. A través de fondos de desarrollo comunitario y programas de compensación, se busca asegurar que los beneficios de la exportación de GNL se distribuyan de forma equitativa entre todas las regiones implicadas.

 

Perspectivas para una segunda fase de expansión

El éxito inicial del terminal ha incentivado conversaciones sobre una posible segunda fase de expansión. Esta ampliación permitiría duplicar la capacidad de licuefacción y embarque, respondiendo a la creciente demanda asiática y fortaleciendo aún más el rol de Canadá en el comercio global de gas natural. Los estudios preliminares ya están en marcha y los socios comerciales han mostrado interés en aumentar su participación.

Uno de los factores que facilitarían esta expansión es la infraestructura ya construida, que ha sido diseñada con capacidad de crecimiento modular. Esto reduce los costos y los tiempos de implementación para futuras fases. Además, la experiencia adquirida en la primera etapa permitirá optimizar procesos logísticos y operativos, haciendo la planta aún más eficiente. El potencial de escalabilidad es uno de los grandes atractivos del proyecto para los inversores.

A nivel político, la posible expansión cuenta con el respaldo del gobierno federal, que ve en ella una oportunidad para consolidar la posición estratégica del país. Sin embargo, también enfrenta desafíos como la necesidad de mayores evaluaciones ambientales, ajustes regulatorios y diálogo con comunidades indígenas. El equilibrio entre crecimiento y sostenibilidad volverá a ser la clave para que LNG Canada no solo se mantenga, sino que se multiplique.

 

Conclusión: el nuevo mapa energético tiene una estrella en el norte

Con la salida del primer cargamento de gas natural desde Kitimat, Canadá entra de lleno al escenario global como exportador clave de energía de transición. Este hito no solo tiene implicancias económicas, sino también geopolíticas, ambientales y sociales. La combinación de tecnología avanzada, respaldo político y visión a largo plazo ha convertido a LNG Canada en un modelo de cómo deben gestionarse los grandes proyectos energéticos del siglo XXI.

A medida que el mundo reconfigura sus cadenas de suministro energético, Canadá se presenta como una alternativa confiable, limpia y comprometida con los valores democráticos. Su nuevo rol como potencia exportadora no es solo una aspiración, sino una realidad palpable que ya navega rumbo a Asia. La historia energética global está cambiando, y Canadá ha decidido ser protagonista.

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Jeisson Peña



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