BP España anunció una inversión de 70 millones de euros para desarrollar una refinería híbrida en Castellón como parte de su plan RESET, que integra petróleo, energías renovables e hidrógeno verde. La empresa también impulsa una red de carga eléctrica junto a Iberdrola. A pesar de su apuesta sostenible, advierte sobre la persistencia del petróleo. Obstáculos burocráticos podrían limitar el ritmo de la transición energética.
Fecha:Wednesday 25 Jun de 2025
Gestor:INSTITUTO ISIEN
El 14 de junio de 2025, BP España reafirmó su compromiso con el desarrollo de una estrategia energética que combine el mantenimiento de inversiones en petróleo y gas con un avance decidido hacia energías limpias. En palabras de su presidenta, Olvido Moraleda, la empresa no ve un abandono inmediato de los combustibles fósiles, sino una convivencia prolongada mientras se desarrollan nuevas infraestructuras sostenibles.
La pieza central de esta estrategia es el plan RESET, que integra proyectos de energía renovable, eficiencia energética e innovación tecnológica. Dentro de este marco, destaca la creación de una refinería híbrida en Castellón, un proyecto emblemático con capacidad para producir combustibles fósiles, biocombustibles e hidrógeno verde. Su entrada en funcionamiento está prevista para mediados de 2026.
La compañía destinará 70 millones de euros a esta iniciativa en territorio español, como parte de una inversión global que alcanzará los 2.000 millones de euros hasta 2027. Este esfuerzo financiero evidencia que BP no solo pretende adaptarse a la transición energética, sino liderarla desde una perspectiva pragmática.
La futura refinería híbrida de Castellón es considerada un modelo para el nuevo paradigma energético. A diferencia de las instalaciones tradicionales, esta planta integrará tecnologías que le permitirán operar con múltiples fuentes, reduciendo su huella de carbono sin comprometer el abastecimiento de combustibles convencionales.
Una de las innovaciones clave será la incorporación de electrolizadores para la producción de hidrógeno verde, generado a partir de energías renovables como la solar y la eólica. Este componente no solo se utilizará como combustible, sino también como insumo en procesos industriales que tradicionalmente han sido grandes emisores de CO₂.
Además, la refinería está diseñada para ser adaptable a la evolución tecnológica. Su arquitectura modular permitirá ir sustituyendo gradualmente partes del sistema según la disponibilidad de nuevas soluciones energéticas, asegurando su vigencia a largo plazo. Según BP, este enfoque de flexibilidad es fundamental para amortiguar los riesgos económicos y tecnológicos de la transición.
Pese al impulso hacia energías limpias, BP España subraya que la demanda de petróleo y gas continuará siendo relevante durante varias décadas. Este argumento se basa en proyecciones de organismos internacionales como la AIE, que prevén que el consumo de hidrocarburos solo se reducirá gradualmente, especialmente en sectores como el transporte marítimo, aéreo e industrias pesadas.
BP argumenta que una estrategia realista no debe prescindir del petróleo de forma abrupta, sino gestionar su declive de manera controlada. En este sentido, las inversiones actuales en exploración y producción buscan garantizar la seguridad energética durante el periodo de transición, evitando crisis de suministro o encarecimientos excesivos que puedan desacelerar el cambio tecnológico.
Asimismo, la empresa está trabajando para descarbonizar la producción de petróleo mediante técnicas como la captura y almacenamiento de carbono (CCS), mejoras en eficiencia energética y el uso de energías renovables en sus propias operaciones.
Otro pilar del plan RESET es el desarrollo de infraestructura para la movilidad eléctrica. BP España ha consolidado una alianza con Iberdrola para desplegar una red nacional de puntos de recarga ultrarrápida. Esta iniciativa busca atender la creciente demanda de vehículos eléctricos (VE), especialmente en trayectos de larga distancia, donde la autonomía sigue siendo un reto.
Actualmente, el proyecto cuenta con más de 400 puntos activos y la meta es alcanzar al menos 1.000 antes de 2027. Sin embargo, Moraleda advirtió sobre los obstáculos administrativos que enfrentan estos proyectos. Trámites burocráticos, demoras en permisos y falta de coordinación entre niveles de gobierno están frenando la expansión del sistema.
A pesar de ello, BP se mantiene firme en su objetivo. La compañía considera que la electrificación del transporte privado y público es esencial para cumplir con los compromisos climáticos europeos. Además, esta infraestructura servirá como base para futuras tecnologías de movilidad, como los vehículos autónomos y los sistemas de carga inteligente.
Uno de los grandes desafíos que enfrenta BP España en esta etapa de transformación es la lentitud de los marcos regulatorios. La empresa ha solicitado a las autoridades una mayor agilidad en los procedimientos administrativos, así como incentivos fiscales y subvenciones orientadas a acelerar la transición energética.
El retraso en la concesión de licencias de construcción, interconexión eléctrica o certificaciones ambientales está afectando no solo a BP, sino a muchas compañías del sector energético. Estas demoras no solo encarecen los proyectos, sino que postergan los beneficios ambientales y sociales esperados.
Además, la falta de uniformidad en las normativas entre comunidades autónomas introduce una capa adicional de complejidad. BP aboga por una legislación más homogénea, que permita a los inversores tener una visión clara del panorama regulatorio nacional y europeo.
El anuncio de BP se produce en un contexto geopolítico y energético especialmente complejo. Las tensiones en Medio Oriente, los ajustes en la política monetaria global y la creciente demanda de materias primas estratégicas han generado una volatilidad considerable en los mercados.
La crisis energética de 2022–2023, motivada en parte por la guerra en Ucrania, dejó al descubierto la fragilidad del modelo energético europeo. En respuesta, muchas empresas han diversificado sus fuentes de suministro y acelerado sus inversiones en energías renovables.
Sin embargo, BP insiste en que esta transformación debe ser planificada cuidadosamente. La sobredependencia de tecnologías aún inmaduras o infraestructuras insuficientes puede comprometer la seguridad energética. Por ello, mantener una base sólida de petróleo y gas, mientras se expande la capacidad renovable, es visto como una medida prudente.
El anuncio de la refinería híbrida y la inversión millonaria en España fue bien recibido por los mercados y por buena parte del sector energético. Analistas destacan la coherencia entre los objetivos climáticos de BP y su enfoque pragmático para alcanzarlos.
Además, organizaciones industriales como la Asociación Española de Operadores de Productos Petrolíferos (AOP) valoraron positivamente la apuesta por la innovación tecnológica. Aseguran que el desarrollo de plantas híbridas puede ser una vía intermedia efectiva entre el modelo fósil tradicional y un futuro completamente renovable.
No obstante, sectores ambientalistas mantienen posiciones más críticas. Algunas organizaciones cuestionan que se sigan financiando proyectos vinculados al petróleo, argumentando que estos recursos deberían destinarse íntegramente a tecnologías limpias. Desde BP, aseguran que se trata de un equilibrio necesario y que el objetivo último es la descarbonización progresiva, no la permanencia del petróleo como fuente dominante.
BP España tiene como meta para 2030 reducir en un 50 % la intensidad de carbono de sus operaciones y duplicar su capacidad instalada en energías renovables. Además, pretende generar miles de empleos en sectores emergentes como la producción de hidrógeno, almacenamiento energético y mantenimiento de redes de carga eléctrica.
El enfoque de transición justa también forma parte del plan. La compañía busca reconvertir parte de su plantilla actual, ofreciendo formación técnica y programas de reubicación para los trabajadores afectados por el cierre de infraestructuras tradicionales. Esta estrategia tiene como objetivo evitar el desempleo estructural y aprovechar el capital humano existente.
Por último, BP reconoce que el apoyo de la sociedad es clave. Por ello, impulsa campañas de comunicación para explicar sus proyectos y recoger aportes de comunidades locales, universidades y centros de investigación.
La apuesta de BP por España no es aislada. La compañía ve al país como un nodo clave dentro de su red europea, por su ubicación estratégica, potencial renovable y capacidad industrial. Proyectos como el de Castellón podrían replicarse en otras regiones, convirtiendo a España en un centro de referencia en refinerías híbridas y producción de hidrógeno verde.
A nivel europeo, BP busca colaborar con otras empresas, gobiernos y consorcios tecnológicos para acelerar la transición. Se prevé que los próximos años estén marcados por alianzas público-privadas, financiamiento mixto y un rol más activo del sector financiero en proyectos verdes.
La evolución del plan RESET será observada de cerca por otros actores del mercado. Su éxito podría convertirse en un modelo exportable, capaz de conciliar la seguridad energética, la sostenibilidad ambiental y la rentabilidad económica.